Cristalería

Todo el cristal que se utiliza en el establecimiento llega directamente a las manos del cliente, quien espera y exige de ella una pulcritud extrema. Las copas y los vasos han de ofrecer una transparencia ejemplar, estar libres de sombras  blancas por depósitos de cal y tener un olor absolutamente neutro.

LAVADO DE LA CRISTALERÍA

Siempre que sea posible, se recomienda trabajar con una máquina lavavajillas  independiente, exclusivamente dedicada a tratar el cristal.

Así podremos reducir el riego de tener grasa en el agua.

Conviene descartar de inmediato las piezas agrietadas, y reservar aparte las que tengan que volver a lavarse. Al ser unos artículos muy delicados, son propensos a grietas, que si entran en contacto con los labios del consumidor, le  pueden causar heridas graves. Pensemos también que las grietas son nidos de microbios.

En situaciones de grandes volúmenes de trabajo, es muy práctico disponer de jaulas plásticas de varias medidas en las que clasificar el cristal. La misma jaula sirve para mantener las piezas almacenadas, trasladarles entre departamentos, recogerlas y lavarlas sin tener que manipularlas.

Si la máquina funciona correctamente, con los productos profesionales adecuados, no es necesario repasar a mano. Utilizar un trapo limpio para esta finalidad puede ser contraproducente; ya que puede dejar fibras y olores sobre el cristal.

VIDRIO TENSIONADO

Algunos establecimientos utilizan cristalería de vidrio tensionado, un material blando, de mucha más duración y mucho más económico que el cristal. Tiene el inconveniente de presentar un aspecto más grueso y menos refinado. Al no romperse fácilmente se desluce llegando a perder su transparencia.

Con el uso, pierde su brillo. La consiguiente porosidad de su exterior puede acumular bacterias. Es obligada su retirada del servicio

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