Cuando sufrimos una infección --- como cuando nos ataca el dengue, por ejemplo --- hemos sido víctimas de uno de los imperativos de la Naturaleza, ya que el organismo que nos agredió, lo hizo para reproducirse y sobrevivir. Y, aunque no nos guste, la supervivencia de todos los seres vivos, garantiza el equilibrio de todos --- esa es la parte adaptiva.
Pero Dios creó al ser humano con todas sus complejidades y con todas sus posibilidades, y con ello, Dios --- ¿o fue la Naturaleza? --- nos complicaría nuestras vidas, cuando encontráramos que, para algunos, la verdad es fingida, la moralidad relativa, la mentira honorable, y la manipulación aceptable. Si acaso todos así no pensamos, así es como piensa el psicópata.
De acuerdo a investigaciones recientes se estima que un 4% de la población masculina en Norteamérica y el Canadá son psicópatas. Lo que no debe de ser diferente en cualquier otro país.
Seres que crecen sin desarrollo moral y carentes de conciencia. Seres que están faltos de sentimientos nobles, empatía, o sensaciones de afección por animales o por otros seres humanos. Seres defectivos en un sentido especial --- seres como Dino.
Un psicópata se define como alguien que exhibe por lo menos tres de siete características que lo distinguen:
* Inclinación al engaño
* Impulsividad en sus decisiones y acciones
* Falta de remordimiento
* Uso de incentivaciones superficiales para lograr lo que desean
* Asociación con personas que ignoran los valores representativos de la sociedad en que viven
* Tendencia a querer imitar a los demás, pretendiendo refinamientos intelectuales que les son ajenos
* Exageración de sus exiguas posibilidades personales, mientras que ignoran sus limitaciones propias, urdiendo fantasías exageradas para pretender logros, que para ellos, serán, por siempre, inalcanzables.
Durante su desarrollo infantil y durante la adolescencia, estos muchachos (porque en su mayoría son varones) sufren de baja autoestima, logran poco en la esfera académica, hacen a las circunstancias, responsables por sus deficiencias, y engañan a quienes pueden, sin pensar en las consecuencias de sus perfidias.
Cuando lo logran, tratan de manipular a los demás apropiando discretamente aquello que no les pertenece. Pueden tratar de no retornar cambio debido, por dinero que se les ha confiado. Experimentan a ser audaces, inclinándose a tentar su suerte en juegos de azar, en los que hacen trampas. Les gusta apostar, porque es posible ganar algo sin esfuerzo y con astucia pretendida --- lo que nunca piensan es que en lugar de ganar, puede que les toque perder. Manejan borrachos a velocidades extremas. Cuando jóvenes, prefieren que se les vea en compañía de individuos de mayor edad, estableciendo relaciones sexuales tempranas, aunque no sepan lo que significa el amor hacia otros. Como mienten habitualmente, el robo es una tendencia que les acompaña, con la disposición a la decepción que los caracteriza.
En sus inseguridades se anida un sentimiento de miedo al fracaso que se compensa con una falta de anticipación a consecuencias negativas y adversas a sus agravios. Peor aún, cuando la disciplina merecida por sus yerros, se les impone, tratan de circunvalarla para lograr, por medio de la tergiversación de hechos, salirse con las suyas.
Cuando se les sorprende, se justifican vía el uso de excusas banales, mientras que en lugar de remordimiento se dedican a evitar ser atrapados en futuras acciones similares, ya que el remordimiento les elude.
Aprender a ser morales es algo que, nunca pueden lograr, por su impulsividad característica y por falta de capacidad introspectiva.
Nunca se benefician ni por la experiencia ni por el castigo. A veces, parece que les gusta meterse en líos, para experimentar el logro de salir airosos --- en eso consiste el mecanismo psicológico conocido como la contra-fobia.
Les fascina el dinero --- especialmente cuando éste es mal habido --- porque piensan, que el hecho de tenerlo, los hace grandes. Lo que resulta siendo triste, porque los más inteligentes de los psicópatas, que en nuestro medio existen, se tornan políticos, economistas, sacerdotes meretrices, banqueros despiadados, cambistas arteros, leguleyos venales y usureros. Lo que constituye en sí un espectáculo sombrío desde el punto de vista ético/moral.
Por ser impulsivos y hedonistas la experiencia de las drogas permanece muy cerca para ellos, especialmente cuando son jóvenes. Porque en un esfuerzo, para lograr modular sus ansiedades incontrolables, todo lo que es expediente les atrae. Percibiendo que la solicitud de asistencia profesional para resolver sus problemas puede ser interpretada como una debilidad, evitan confiar en sus mayores o en quienes sean más versados, terminando siendo víctimas de los “consejos” de sus amigos, similarmente en conflicto con la autoridad, la sociedad y el destino.
Por carecer de la capacidad moderadora de los impulsos que se anidan en las áreas prefrontales del cerebro, viven un mundo de envidia y de resentimiento escondidos por no ser lo que nunca lograrán ser, donde quiera que vivan: individuos merecedores de ser respetados. Porque, si es verdad que los banqueros y los políticos corrompidos escapan a la justicia, asimismo es verdad que lo que nunca logran escapar es el juicio de la historia ni el rechazo de las personas decorosas.
El psicópata no es una serpiente o víbora venenosa que vive muy lejos de nosotros en lugares remotos. No, este reptil vive en nuestros vecindarios, es miembro de nuestras iglesias, templos, y sinagogas, maneja nuestros bancos y, a veces son los profesores que enseñan a nuestros hijos.
Este camaleón es tan ubicuo como es mimético, ya que con sonrisas hechiceras expresa el mesmerismo seductivo e hipócrita para de todos aprovecharse. A quienes así son, no se les debe confiar, porque, siendo perversos, aun de sus pobres papás e hijos se aprovechan con actitud de inocencia. (Véase: The Sociopath Next Door por M. Stout).
Porque en ellos, las áreas de sus cerebros donde residen el juicio y la razón son tan limitadas como deformes, lo que los domina es aquello que emerge del caldero efervescente de sus cerebros de reptiles. Placer y odio. Pasión y envidia. Pero, más que nada, miedo y cobardía.
La sociopatía es muy cercana al narcisismo patológico, o síndrome de Dino. Siendo una tragedia moral cuando las dos serpientes obscenas cohabitan físicamente en la misma carroña.
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