La Biblia nos dice claramente que el mundo entero está bajo el poder del inicuo; del mal: “Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Maligno” (1Juan 5:19). Satanás está tratando de extraviar con su odio, engaño y crueldad a toda la raza humana. Es “el seductor del mundo entero” (Apocalipsis 12:9). Por ello es que muchos de nosotros, imperfectos y pecadores, en ocasiones hemos hecho caso a sus engaños, en ocasiones incluso inconscientemente, y por ello hemos sufrido mientras nos seguimos preguntando ¿por qué? A veces nuestros sufrimientos son debidos a que nos encontramos en un determinado lugar en el momento equivocado “pues a todos les llega en un mal momento” (Eclesiastés 9:11). Sin embargo, en el momento y lugar donde nuestro sufrimiento nos esté esperando, allí está el Mal vestido con sus mejores galas, a veces incluso atractivo a nuestra vista. Y no le echemos la culpa a la casualidad, sino que revisemos nuestra actitud y comportamiento y nos daremos cuenta de que nuestro sufrimiento no es casual.
A veces es un sufrimiento que nos afecta individualmente, en otras ocasiones a un reducido grupo de personas y también a veces a la gran mayoría. Pero el fondo es siempre el mismo: el Mal. Hay veces que sus engaños y encantos nos encandilan a nivel personal, a veces a nivel grupal y en otras, como en las guerras, a las personas que con sus malas actitudes y decisiones erróneas arrastran a los demás a un sufrimiento colectivo.
Debemos pensar que Dios nunca ha ayudado a Satanás a gobernar este mundo y, por ello, si Dios evitara los sufrimientos, desgracias, violencia y sucesos imprevistos, le estaría dando la razón al Mal en su forma de gobierno. En sus miles de años de historia, la humanidad ha probado todo tipo de gobierno y ha hecho avances enormes en la ciencia y en la tecnología. No obstantes las injusticias, la pobreza, los delitos y las guerras, y con ello el sufrimiento, no han dejado de aumentar. Está más que demostrado que la gobernación humana ha sido, por regla general, un fracaso. Y en las escasas oportunidades en que algún líder ha querido corregir el proyecto del Mal, poco tiempo ha durado en su puesto.
Pero Dios pondrá fin a todo sufrimiento en algún momento determinado, cuya fecha sólo Él conoce, y utilizará a Jesús para desbaratar el proyecto del Maligno: “… el Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo”(1Juan 3:8). Hasta entonces debemos confiar en Dios constantemente y ser conscientes de que vivimos en un mundo problemático en el cual, para podernos mantener firmes en la fe de Dios, debemos recordar siempre su advertencia: “No habéis sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito” (1Corintios 10:13).
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