Asumir el reto, es una condición ineludible, cuando todavía podemos hacer cambios importantes en nosotros y de igual manera que nuestra pareja también los haga, cambios en esos puntos débiles que cada uno tiene, en esos aspectos que nos enfrentan y por los cuales estamos peleando continuamente, esos comportamientos que pensamos, nos cuesta aceptar del otro y que quizá, no estemos dispuestos a tolerar ya casados. Si esto no lo dejamos solucionado antes de casarnos, pueden ser los que más adelante nos lleve a separarnos.
Que entendamos y comprendamos como novios que, el matrimonio es una empresa de dos, que juntos debemos tomar las decisiones, que juntos debemos responsabilizarnos de nosotros y del fruto de nuestro amor, o sea, los hijos.
Estar comprometidos en que ambos vamos a asumir su formación, educación y disciplina, y que, juntos vamos a darle el lugar y privilegio a esa misión. Una decisión de casarnos, no es pertinente, sin llenar antes estos requisitos.
Esta tarea no la podemos dejar para después de casados, no podemos aplazar, nuestra preparación al matrimonio, para luego de la boda. De no tener esa preparación, y ese conocimiento de nosotros como pareja, entonces mejor que, hijos ni nazcan…
La comunicación entre los novios basada en sus emociones, sentimientos, objetivos, metas y sueños, les puede aportar un mejor conocimiento de quien tienen enfrente. Si esa persona, llena sus expectativas, si sus puntos de vista, sus enfoques concuerdan con los suyos, si a futuro, no chocarán con sus proyectos, con sus objetivos y sus sueños.
Si esto no se logra antes del matrimonio, menuda sorpresa se van a reservar, porque lo que se dicen de novios, deben tener certeza, que no sea otra, muy diferente ya de casados.
Si ustedes como novios no tienen una buena comunicación, pues deben empezar por mejorarla, por hacer de ella, instrumento de acercamiento y descubrimiento de su pareja. Si uno de los dos se niega a este estilo de comunicación, es una clara manifestación, que no desea revelarse tal como es, que va a dejar su destape para cuando ya dar marcha atrás, sea bien complicado. Quizá muy doloroso, porque pueden llegar a una separación, por no aceptarse y entenderse.
Esa sería la posición de una persona egoísta, manipuladora, que tiene deseos de controlar y dominar al otro y teme ser descubierto en un diálogo, enfrentando sus sentimientos, valores y actitudes, y de qué manera podrían sopesar estos, en su futura relación matrimonial.
Una relación de pareja, demanda honestidad reciproca, para el descubrimiento de sus rasgos de personalidad, sus comportamientos y sus intenciones con el otro en la relación.
Los aportes que cada uno lleva a la relación, es decir, los valores, formación, educación, compromiso con la fe y demás que se encuentran encuadrados en el marco de referencia, entran quiera que no, a confrontar la pareja, porque son diferentes no solo por sus familias de origen y el medio dónde se desarrollaron, su educación y formación, sino porque, su sexualidad y características de género, igualmente los distancian y contraponen en una relación. No se puede asumir un criterio, ni prejuzgar las actitudes.
Material por demás importante para dialogar, para darse a conocer, para explorar juntos, pues hacen parte de los elementos que los van a unir o separar, por no conocernos de fuente fidedigna, esa que expone tu pareja.
Que el temor a revelar su verdadero yo a su pareja, o que ella lo haga con usted, no los motive a comprar paz y a disfrazar la realidad de su conocimiento, por miedo a una pelea, un desacuerdo. Es preferible tenerlos de novios y no que, casados se descubran como son y ya no se acepten.
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