La boda de Caná (Juan 2:1-11)
El vino de la boda se había acabado y María le dice a Jesús:
Y esa hora parte la vida de Jesús en dos momentos muy marcados entre sí:
1) El primero, cuando la boda de Caná, es el momento de su ministerio público en Palestina; Jesús se dirige al pueblo de Israel y lo invita al banquete del Reino. La libertad apostólica exige en ese momento el desprendimiento complete, la separación de la familia y de las actividades particulares. En este periodo María tiene que apartarse, ponerse a la sombra, sin intervenir en la actividad apostólica de Jesús.
2) El segundo momento es el de la realización universal.
En Caná de Galilea Jesús manifestó su gloria y creyeron en El sus discípulos (2:11). Y María intercedió por los hombres al pedirle a Jesús que transformara el agua en vino. Y del mejor, además.
"No tienen vino" (2:3), a lo que El le respondió; "¿Qué tengo yo contigo, mujer?. Todavía no ha llegado mi hora" (2:4).
La petición de la Madre está hecha con gran discreción y sencillez y, en cambio, la respuesta de Jesús ha sido dura, en apariencia. Sin embargo el texto es muy claro. La respuesta de Jesús significa "¿Qué relación hay entre nosotros?".
Y es que entre ambos la única relación es la de madre-hijo, pero cada cual debe seguir su propio camino, ya marcado por Dios de antemano. Y su hora (2:4) es la de su muerte y resurrección, cuando El salva al mundo entero. hora de Jesús en la cual muere, resucita, es glorificado y entrega su Espíritu para la vida del mundo.
Aquí María está muy presente y tiene un importante papel cerca de Jesús y colabora con El en la Iglesia para la salvación del mundo. "Haced lo que El os diga" (2:5). Son las última palabras de María en este Evangelio; su testamento.
María no sustituye a Cristo sino que invita a Cristo, lleva a Cristo, que es el único mediador para la salvación y con ello confirma que la devoción a María es verdadera cuando orienta hacia Cristo.
María junto a la cruz
(Juan 19:25-27)
La hora de Jesús ha llegado y María tiene un papel muy importante al pie de la cruz, cuando El empieza a realizar la salvación del mundo.
Junto a la cruz de Jesús estaba María, acompañada por María Magdalena y por su tía María, mujer de Clopás y hermana de la madre de María
Desde la cruz Jesús le dice:
El discípulo acepta la invitación de Jesús y desde aquella hora la acogió en su casa (19:27). Juan aceptó a María como algo propio, introduciéndola en su mundo personal, entre las realidades de su existencia.
Así comienza la devoción y el culto a la Virgen María en la comunidad cristiana, como madre espiritual de todos los miembros de la Iglesia.
(19:25). El verbo griego estékeisan significa estar de pie o estar parado, tal como estaba María junto a la cruz. María es la imagen del sufrimiento, sostenido por la fe y la esperanza. No tuvo gestos desesperados sino un sufrimiento lleno de dignidad.
Así María aceptó con amor la inmolación de la víctima engendrada por ella misma (LG 58). "Mujer, ahí tienes a tu hijo" (2:26) y al discípulo "Ahí tienes a tu madre" (2:27). El carácter singular de la designación Mujer parece indicar que el evangelista ve aquí un acto que sobrepasa la simple piedad filial: la proclamación de la maternidad espiritual de María con respecto a los creyentes representados por Juan. Y también Jesús confía a Juan a María como madre suya y de todos en el orden de la gracia y de la salvación. éis tá ídia, que significa cosas propias.
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