DESARROLLO PSICOMOTOR
El desarrollo psicomotor posee dos aspectos que están íntimamente relacionados:
* El aspecto físico-madurativo: sigue las leyes biológicas.
* El aspecto afectivo-relacional: Tiene que ver con el entorno y es susceptible de estimulación y aprendizaje.
Su meta es el control del propio cuerpo e implica un componente externo (la acción) y uno interno o simbólico (la representación del cuerpo).
En su aspecto físico-madurativo, el cerebro se desarrolla y madura, guardando una relación con la evolución del control postural y el autocontrol motor. El proceso del control postural se ajusta a las leyes céfalo-caudal y próximo-distal. Por esta razón se controla antes la motricidad gruesa o global (coordinación de grandes músculos en acciones como la marcha, el salto y el equilibrio) que la motricidad fina (implica la actuación de grupos musculares pequeños como los dedos de las manos).
Existe por tanto, un paralelismo entre la maduración de las estructuras nerviosas y el desarrollo de las funciones.
Tanto el desarrollo motor como la inteligencia dependen de la maduración del sistema nervioso.
En cuanto al aspecto afectivo-relacional, es aquel mediante el cual el niño entra en contacto con los objetos y las personas, a través de su propio movimiento y acción. El recién nacido irá aprendiendo en función de la experiencia que se deriva de su acción con los objetos. De esta forma irá conociendo su entorno y formando los primeros conceptos.
Al principio, los actos del niño son respuestas reflejas y actos que se realizan de forma casual y quedaran ligados a su propio cuerpo. Más adelante, su acción se irá volviendo más intencional y dirigida hacia el entorno social (el mundo de los objetos y de las personas). Por tanto, la sensorio motricidad del niño será en un principio, propioceptiva y más tarde, exteroceptiva.
Las unidades básicas de comportamiento son los esquemas, o pautas de comportamiento que son repetibles y perfeccionables, y se irán combinando hasta dar lugar a las representaciones mentales. La representación del cuerpo y sus posibilidades de acción tienen que ver con el desarrollo de los procesos simbólicos.
Los primeros esquemas se desarrollan en el periodo sensoriomotor (0-2 años), según Piaget, que es el momento de la acción sobre sí mismo y sobre los objetos. En el periodo preoperatorio (2-7 años), el niño adquiere la capacidad simbólica. Las exploraciones del niño pueden ser representadas simbólicamente. Una vez finalizada la primera infancia, el niño será capaz de representar su propio cuerpo y sus posibilidades, y de controlar los grupos musculares más importantes. El desarrollo psicomotor continua hasta la consecución de una coordinación, finura de movimientos, establecimiento de la preferencia lateral y el dominio del esquema corporal.
En psicomotricidad, será esencial la presencia de los siguientes componentes psicomotores: tono muscular, coordinación motora, control respiratorio, equilibrio, independencia motriz, estructuración del tiempo y del espacio.
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