La higuera y sus ramas

“También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.”

Lucas 21. 29-31 

MOTIVACIÓN

Aprender la paciencia en el Señor, a través de los tiempos, reconociendo su voluntad para los eventos de la vida, de la historia y el mundo en general. Así mismo estar atento a sus palabras con respecto a señales de situaciones que han de suceder conforme al plan divino.

APROPIACIÓN ESPIRITUAL

El Señor habló a sus discípulos sobre señales que habrían de acontecer en el mundo, en su generación. Dichas señales también parecen manifestarse en nuestra situación actual; terremotos, violencia, guerras, la multiplicación de la maldad, hambre, enfermedades, etc.

Nuestro carácter siempre intenta tener un control sobre los eventos de la vida. Deseamos un tiempo preciso para cada cosa. Nos incomodan la incertidumbre, la confusión, la larga espera, los obstáculos…

El Señor enseña que el mundo ofrece señales que nos previenen o nos dan pautas en cuanto al acontecer de los tiempos. Precisa que sus palabras se cumplirán, nunca pasarán. Pero es nuestra responsabilidad hacer una lectura que nos mantenga preparados, cuando todo lo anunciado por el Señor comience su realización plena y clara.

La confianza en Dios, en medio de las épocas, es un aprendizaje que debemos lograr. Espera en él, descansar en él; en su infinita gracia, misericordia, bondad y cuidado.

El día y la hora nadie lo sabe. Sólo el Padre se reserva en su voluntad y sabiduría, la consumación de su obra. Esto debe motivar a nuestro carácter para que tenga en la paciencia y la sabiduría para vivir, fuertes cimientos para permanecer firmes en el Señor, cualquiera sea el tiempo que nos corresponda vivir.

Todo siempre es mejor, si él mantiene el control.

PRÁCTICA PERSONAL

Meditemos:

- En el maravilloso control que Dios mantiene en su creación cada día.

- En el valor de la paciencia en todos nuestros actos, cronogramas, planes y proyectos.

- En la sinceridad del Señor en cuanto a nuestra preparación diaria en su verdad.

- En el cuidado de nuestro lugar en el reino de Dios.

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