PERDONAR, COMO UN DON.
Una de las situaciones más difíciles para la mayoría de nosotros en las relaciones con los demás, o con nuestra pareja, es asumir el perdón y sanar las heridas, pero también se hace el gesto más representativo del amor humano, este aspecto de nuestra personalidad, debe ser trabajado y perfeccionado como parte importante para nuestro crecimiento personal.
Todos nos sentimos necesitados de ser perdonados y sanados en cualquier momento de nuestra vida, y nos duele cuando se nos niega esa oportunidad, o demora este proceso. Pero cuando somos los autores, desafortunadamente no obramos con la misma celeridad que reclamamos y menos que actuemos bajo presión.
Cuando aprendemos a perdonar nos tornamos humildes y, tenemos la fuerza suficiente para otorgar el perdón al otro. Esto implica una decisión de amar.
En ocasiones decimos frases a nuestra pareja con las cuales se siente ofendida y pensamos que por haberle dicho la verdad, no tenemos porque pedirle perdón.
En otras oportunidades nos valemos de excusas frías y protocolarias para disculparnos, con frases hechas que sirven para salir del impase de momento, sin importarnos si se nos perdona o no. Generalmente buscamos evitar un conflicto mayor, pero no cuidamos de sanar los sentimientos heridos en el otro.
Con frecuencia lo que nos impide perdonar es el orgullo o el egoísmo, no cedemos por temor a perder puntos, a que nos vean vacilando o a mostrar nuestra debilidad.
Cuando pedimos perdón, generalmente lo hacemos con temor a ser heridos, que nos ofendan por reconocer nuestro error y no a que se nos reconozca, nuestra humildad como debe ser.
Cuando estamos ofendidos, lo más probable es que nuestro ego u orgullo este herido y a causa de esto nos resistimos a perdonar la ofensa. Esto lo motiva nuestro sentimiento de dolor que nos hace poco humildes, superando nuestros valores de generosidad y comprensión en esos momentos, retardando nuestro perdón y sanación.
Cuando trato de justificar lo que ha hecho mi pareja, es probable que no le esté perdonando de verdad, simplemente, la estoy juzgando o excusando.
Algunos de nosotros creemos que podemos ser perdonados porque llevamos una serenata, o damos un regalo, o enviamos unas flores, pero desconocemos que el perdón y la sanación no se compran, ni se consiguen por un medio diferente a buscarlos personalmente, con humildad y sinceridad, porque la cercanía es importante para sanar las heridas.
Cuando ofendemos a nuestra pareja y ésta nos quiere perdonar, debemos aceptar con apertura su perdón, hacer una decisión de amar, porque si la recibimos prevenidos, corremos el riego de dañar más la relación y vamos a continuar sintiéndonos culpables.
Mientras sigamos alimentando nuestro resentimiento, o sigamos sintiéndonos culpables, se debe a que no hemos perdonado verdaderamente, ni tampoco hemos sanado las heridas.
Otras veces, la herida que hacemos es muy grande y los sentimientos de dolor y tristeza muy difíciles de olvidar y aun más de aceptar el perdón, pero en actitud de dar vida y ser morales, debemos buscar con cercanía, afecto y humildad, sanar las heridas que causamos.
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