El agua es un medio líquido que discurre por la superficie
terrestre. En su paso por esta superficie se va cargando de
sustancias pero no hay que olvidar que cuando precipita en forma de
lluvia o nieve puede arrastrar parte de las sustancias que se
encuentran en la atmósfera. Debido a estos dos hechos es
importante tener en cuenta los contaminantes tanto atmosféricos
como terrestres. El agua es un bien común bastante escaso y debemos
cuidarlo no solo por mantener la práctica del deporte de la pesca
sino porque nosotros mismos lo necesitamos directamente como
nutriente y como parte fundamental de todas nuestras actividades
(industria, agricultura, ganadería,...). La fórmula química del
agua pura es H2O
Las masas de agua se pueden definir por su volumen, extensión, por
donde discurren, por la altitud a la que se encuentran, por su
origen,... pero si queremos analizar las variables más
importantes deberemos conocer su temperatura y las sustancias
sólidas y gases disueltos en ella. El pH que es muy importante irá
en función de la composición de la materia disuelta, ya que el pH
del agua químicamente pura es 7.
Se podría decir que la naturaleza química es lo que infiere a cada
masa de agua su carácter personalizado y una composición química
única para cada lugar determinado. La naturaleza química del agua
depende básicamente de la geología de las zonas por las que
discurre, nace o se almacena esta agua; esto es en condiciones
normales, sin la influencia del hombre.
En términos generales, las aguas que transcurren por suelos
profundos y estructurados en capas son químicamente ricas en su
composición, pues captan, arrastran o disuelven muchos elementos
químicos, materia orgánica y materia mineral en los sitios por los
que pasa. Por el contrario, las aguas que discurren por zonas con
poco suelo, o por materiales rocosos impermeables al agua
(granitos, micaesquistos, cuarcitas, etc.) son aguas con muy pocos
elementos químicos asociados, aguas blandas.
El medio acuoso es completamente diferente al medio aéreo. Ambos
tienen distinta densidad y viscosidad, distinta capacidad de
contener gases y distinta capacidad para cambiar de
temperatura.
El agua es mucho más densa que el aire, por lo que ofrece más
resistencia al movimiento; esto provoca que tenga una capacidad
mayor de arrastre una vez en movimiento. Esto es un efecto negativo
de las crecidas de los ríos, máxime si estas no son estacionales
sino provocadas por liberación de aguas embalsadas. La máxima
densidad del agua se da cuando esta está a 4ºC.
El agua posee una capacidad muy limitada de contener gases, muy por
debajo del aire. Un litro de aire tiene el 21% (210 ml) de O2, un
litro de agua, en condiciones normales (20ºC y presión atmosférica
a nivel del mar) contiene sobre 0.9 % (9 ml) de este gas. Esta
capacidad varía principalmente con la temperatura y la salinidad: a
mayor temperatura y salinidad menor concentración de O2 disuelto en
el agua.
Mientras la temperatura del aire puede variar rápidamente
(variación día-noche), en el agua estos cambios son mucho más
lentos, por ello las diferencias térmicas entre el día y la noche
de una masa de agua son mucho menores que las del aire que la
rodea. La temperatura del agua es de vital importancia para los
organismos que en ella viven, pues determina los ritmos de
actividad de las distintas especies acuáticas, especialmente de las
acuáticas estrictas, los peces. Estos al ser animales de sangre
fría (ectodermos o euritermos) su temperatura corporal va a
depender de la que exista en el medio que les rodea y en el cual
viven. La temperatura del agua será la responsable principal de la
actividad de los peces, siguiendo la regla generalizada de que a
mayor temperatura más actividad.
Todos los factores tienen una importancia tan grande en la vida de
los peces, que van a ser responsables de la presencia o ausencia de
una determinada especie en una zona concreta del río.
Temperatura
La temperatura de una masa de agua depende sobre todo de la luz
solar que incide sobre ella, ya que parte de la energía luminosa se
transforma en calor.
En un lago o embalse, la temperatura varía con la época del año y
la profundidad, siendo mayor en la superficie y menor en el fondo,
por lo general. En verano, disminuye conforme descendemos desde las
capas superficiales a las más profundas, donde puede llegar a ser
bastante fría.
Los organismos tienen su rango de temperatura óptima, fuera del
cual, sus ritmos vitales se desajustan. Por el contrario cuando la
temperatura está en torno al valor preferido por cada especie, se
producen los mayores crecimientos y engordes, y si es en la época
adecuada, se podrá llevar a cabo la reproducción, proceso para el
cual necesitan estar muy bien de salud.
La temperatura del agua afecta a la concentración de oxígeno
disuelto a través de dos vías: su solubilidad y a través de
su efecto sobre los microorganismos. Las altas temperaturas
aceleran el metabolismo (la actividad) de las bacterias
descomponedoras, hongos, protozoos, algas, etc., que proliferan en
el agua y sobretodo en los sedimentos. Estos microorganismos
obtienen energía y nutrientes oxidando la materia orgánica, sean
restos animales o vegetales cualesquiera. Esto produce un fuerte
incremento en el consumo de oxígeno por parte de estos organismos,
que poseen ciclos generacionales muy rápidos. Si las altas
temperaturas persisten y el contenido en materia orgánica es
elevado, como ocurre en masas de agua, en las que se producen
vertidos de aguas residuales, todo el oxígeno del agua puede ser
consumido, dando lugar a un estado de anoxia en el medio acuático,
con un resultado fatal para los peces. Llegados a este punto solo
podrían sobrevivir bacterias anaerobias (estrictas o
facultativas).
Oxígeno disuelto
Es el gas más importante para los seres vivos, junto con el
anhídrido carbónico (CO2). En las aguas la principal fuente de
oxígeno es la atmósfera. Por simple contacto entre el agua y el
aire el oxígeno se disuelve en la superficie. En los ríos la propia
corriente facilita la disolución (por la turbulencia) y cuanto más
irregular y variado sea el curso del río (cascadas, pozas, rápidos
o saltos de agua) mayor será la superficie de contacto con el aire,
contribuyendo a oxigenar mejor el agua.
Otra fuente de oxígeno en las masas de agua son las plantas verdes
y algas, pero esta es despreciable frente a la anterior.
La solubilidad del oxígeno en el agua disminuye conforme aumenta su
temperatura y la presión atmosférica. Es decir, que las aguas
cuanto más frías y mayor altitud de encuentran, mayor cantidad de
oxígeno contendrán. Por su parte, los organismos acuáticos, se
distribuirán según su óptimo biológico. Por ejemplo, la trucha
requiere aguas ricas en oxígeno y la tenca soporta niveles muy
bajos de oxígeno.
Sustancias disueltas y partículas en suspensión
El agua en la naturaleza no es agua pura (sólo agua), además de
gases, lleva numerosos compuestos químicos en su seno. Entre ellos
destacan las sales minerales y la materia orgánica.
Las sales confieren a las aguas sus características químicas. Hay
sales que no ejercen apenas incidencia sobre los seres vivos,
aunque algunas de ellas se necesiten en pequeñas cantidades
(cloruros, sulfatos, carbonatos, yodo, etc.), son los
oligonutrientes y los micronutrientes. Otras sales actúan como
macronutrientes, tienen en las aguas el mismo efecto que en la
tierra, son fertilizantes, sustancias de gran importancia
biológica, por que se necesitan en el crecimiento de los vegetales
y determinan el grado de fertilización de las aguas. Cuanto mayor
sea la concentración de nutrientes mayor capacidad de producir
algas tendrá una masa de agua.
En cuanto a la materia orgánica, de ella va a depender el contenido
en oxígeno o la cantidad de nutrientes. La descomposición de la
materia orgánica favorece el desarrollo de las algas.
Aparte de las sustancias disueltas, las aguas pueden contener
partículas en suspensión, de tamaño microscópico y que no decantan,
que afectan a su transparencia y a la salud y reproducción de los
peces.
Aguas Eutróficas y Oligotróficas
Dependiendo de la cantidad de nutrientes presentes en el agua,
éstas se pueden clasificar en Eutróficas y Oligotróficas. Esto se
aplica principalmente a lagos y embalses; un embalse eutrófico se
caracteriza por poseer muchas algas y aguas de color verdoso y poco
transparentes. Estos embalses suelen ser muy productivos en peces,
dominando los ciprínidos, pero suelen sufrir periodos críticos de
concentraciones de oxígeno en verano.
Los lagos y embalses oligotróficos, por el contrario, presentan una
baja concentración de fosfatos y nitratos, las algas escasean y la
transparencia de las aguas es elevada, en ellos dominan los
salmónidos y no tienen la alta productividad en peces de los
anteriores.
En Andalucía donde la mayoría de los embalses están eutrofizados,
los vertidos de aguas residuales y las actividades agrícolas y
ganaderas aumentan cada vez más el problema con las consecuencias
negativas para la vida acuática y los peces.
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