Además de las definiciones anteriores, desde la Lúdica el juego es una acción exclusivamente antropológica, asumida con absoluta libertad, e históricamente originada en la necesidad de subsistencia del ser humano, al tiempo que contribuye a la satisfacción de la necesidad de desarrollo de la Humanidad
Como categoría filosófica, la necesidad surge de la esencia, de la naturaleza interna de todo fenómeno o proceso determinado. Es algo constante, estable, y una condición universal de la existencia material. En el caso de los seres vivos, como necesidad vital ella se manifiesta a través de dos formas concretas e intrínsecamente relacionadas:
Ø La necesidad de subsistencia: rige la acción de los organismos individuales en su lucha por la supervivencia, como los actos de la alimentación, defensa, descanso, etc., por lo que tiene un marcado carácter ontogénico.
Ø La necesidad de desarrollo: rige sobre todo la acción de los organismos en función de la preservación de su especie, como los reproductivos y evolutivos en general, por lo que tiene un esencial carácter filogénico.
La solución de la necesidad, en su doble vertiente, la consiguen los organismos vivos mediante su actividad. Y es aquí donde concurren diferencias sustanciales que califican a los diversos estadios biológicos. La primera de ellas radica en la clasificación de los seres vivos en vegetales y animales. Mientras en los primeros las manifestaciones de su actividad para la satisfacción de ambos tipos de necesidad transcurren en el marco de su individualidad, en los segundos poseen una condición cualitativamente superior, al requerir tanto de la acción individual como de la grupal.
Todas las funciones vitales en los vegetales se satisfacen por el mismo individuo, mientras que en los animales, como consecuencia y condición de su facultad de locomoción, las necesidades de subsistencia pueden ser satisfechas individualmente, pero las de desarrollo exigen como mínimo de la pareja, creándose así las premisas para la convivencia grupal -en manadas- de los animales, que tiene en la sociedad humana su máxima expresión.
La otra gran diferencia tiene que ver con el comportamiento sensorial de las especies animales, según las definiciones:
Ø Lo instintivo: responde a impulsos naturales, determinados por factores absolutamente biológicos y por tanto hereditarios, sin la presencia de reflexión como condicionante previa.
Ø Lo consciente: requiere de una intencionalidad reflexiva como condición inicial, lo que implica la toma de conciencia sobre la acción y sus resultados.
En los animales -excepto el hombre- toda actividad será siempre instintiva, tanto orientadas a la satisfacción de la necesidad de subsistencia como a la de desarrollo. En el ser humano, por las superiores facultades de su corteza cerebral la actividad en una u otra dirección será generalmente consciente, aun cuando presenta acciones absolutamente instintivas, vinculadas a la supervivencia, como las regidas por el instinto de conservación.
De tal modo, el hombre es el único ser capaz de abordar la solución de su necesidad de subsistencia con un tipo exclusivo y superior de actividad, que es el trabajo. Sólo el hombre trabaja, pues los restantes animales resuelven dicha necesidad mediante acciones instintivas, biológicamente determinadas. Lo que diferencia, por ejemplo, el trabajo del peor arquitecto de la labor de la mejor abeja es que aquel antes de acometer la construcción de un edificio la realizó previamente en su mente, por lo que su actividad es muy superior al permitir la rápida incorporación de ilimitadas soluciones creativas, imposibles de lograr en el panal, instintivamente construido por las abejas según un patrón transmitido genéticamente, y sólo modificable por lentos procesos evolutivos.
Y por igual causa, el hombre es el único ser capaz de abordar su necesidad de desarrollo con un tipo exclusivo y superior de actividad, que es justamente el acto lúdico. Sólo el hombre juega -como igualmente sólo él tiene acceso al arte, la risa, la liturgia religiosa y la creatividad-, pues incluso cuando estemos en presencia del retozo de los cachorros, tales acciones no son lúdicas por varias razones:
Ø Carecen de intencionalidad reflexiva y no son, por tanto, conscientes sino instintivas.
Ø No está presente en ellas el simbolismo lúdico, el "hacer como sí..." que caracteriza al juego en el ser humano por la capacidad abstracta de su pensamiento.
Ø Están dichas acciones más vinculadas a la satisfacción de la necesidad de subsistencia que a la de desarrollo de la especie, pues con tal retozo los cachorros se adiestran para sus futuros actos de supervivencia.
Incluso los animales entrenados para el circo actúan por reflejos condicionados de subsistencia: la recompensa alimenticia o afectiva, o la amenaza al castigo; y así sus acciones son un medio con un objetivo diferente, lo que contradice la esencia del juego como fin en sí mismo, realizado con el único propósito de la obtención del placer.
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