Resulta absurdo hablar de la posibilidad de elegir entre
distintas políticas, no tenemos ninguna otra elección salvo la de
adaptarnos, mejor o peor, a las nuevas condicione de la economía
internacional. Y aunque es cierto que los Estados Unidos disponen
de un verdadero margen de maniobra política, es así porque la
globalización significa habitualmente americanización, y por USA
ocupa una oposición hegemónica, tanto cultural como
militarmente.
Lo que otorga a Estados unidos su supremacía actual, es en buena
parte haber sido capaces de inventar y desarrollar unas nuevas
tecnologías que Francia, Alemania o Japón, tardarían algún tiempo
en dominar, y el haber sabido modificar las formas de organización
y autoridad que acompañaron estas nuevas tecnologías.
Reconozcamos simplemente que la densidad de los cambios aumenta con
la modernidad.
Es necesario señalar como la principal causa de amenaza que pesa
sobre nosotros, no tanto la mundialización de la economía o la
emergencia de nuevos países industrializados, sino la libertad de
movimientos de capital en el mundo.
Renunciemos pues, a poner en el mismo saco la mundialización y el
liberalismo. Acusemos al capitalismo financiero y seamos concientes
de que la capacidad de intervención del estado en la mayor parte de
la vida nacional sigue siendo grande y que la lógica económica no
es implacable.
Nuestros estados ya no podrán volver a actuar sobre los tradicionales instrumentos presupuestarios, monetarios, y mas adelante tampoco de los fiscales, de sus políticas
¿Qué queda de la globalización después de estas muestras de
sentido común? NADA
Decididamente, no se trata más que de un espantajo ideológico. Solo
se busca convencernos de que, sobre las ruinas de los proyectos
integrales de desarrollo nacional de posguerra, se ha instalado un
nuevo conjunto global, es decir, al mismo tiempo económico, social
e internacional. Se querría hacernos creer en el paso de una
sociedad estatizada a una sociedad liberal y en la sustitución de
una economía planificada, por otra de mercado.
En realidad hemos pasado de los modelos integrales, a una situación
internacional en la que las diferentes dimensiones de la vida
económica, social y cultural se han dispersado las unas de las
otras. Existe una especie de pensamiento único.
Se trata de la progresiva separación del sistema económico (y sobre todo de la economía financiera) de un conjunto social en el cual debería estar integrado, y de una reacciones sociales, culturales y políticas que cada vez se hacen mas identititarias, es decir, fundadas sobre la afirmación de ciertos intereses que ya no son económicos, sino que se alimentan de su propia conciencia colectiva (ya sea ésta étnica, nacional o religiosa).
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