En cuanto a los objetivos también se distingue entre:
- Objetivos generales. Abarcarían toda la
organización.
- Objetivos específicos. Sirven de guía para el
trabajo en cada uno de los departamentos o secciones que forman
la estructura empresarial.
Es lógico tener presente que en una organización ambos tipos de
objetivos han de ser complementarios y estar coordinados. Lo
contrario podría paralizar la propia actividad y conducir al
fracaso al ente organizacional.
Eduardo Bueno Campos y otros autores, en su obra Economía de la
Empresa. Análisis de las decisiones empresariales (Editorial
Pirámide. Madrid, 1988), realizan una clasificación de los
objetivos generales de las empresas.
Distinguen tres objetivos generales:
- Objetivo de rentabilidad.
- Objetivo de crecimiento.
- Objetivo social.
El objetivo de rentabilidad centrará a la empresa en la
consecución del máximo beneficio. Para ello tendrá que controlar de
forma minuciosa los gastos de su actividad, así como los ingresos
que tal actividad le reporta.
A través del objetivo de crecimiento, se intentará conseguir
la expansión empresarial una vez que la empresa esté consolidada.
Puede realizarse de muy diversas maneras: mediante nuevos
productos, nuevos servicios y nuevos mercados.
El objetivo social centra su atención en el equilibrio de la
empresa con el conjunto de personas que forman parte de la misma y
con las personas, entes e instituciones con los que se
relaciona.
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