En la convivencia prolongada, la colusión no puede mantenerse como un arreglo satisfactorio. El miembro de la pareja que es regresivo se siente obligado a iniciar conductas y desarrollos más maduros. También siente que el miembro progresivo le humilla y le convierte en alguien dependiente por lo que comienza a defenderse. El miembro que es progresivo afirmará que deja libertad absoluta al regresivo para que asuma la responsabilidad, pero, por interés propio favorece que este continué en su posición regresiva (Willi, J. 1993, P. 162).
El problema de la colusión es que apenas deja un margen de desarrollo para evolucionar, pero tienen miedo a abandonarla porque creen que no lograran estar tan unidos como antes. La rabia que causa percatarse de esto genera odio y desprecio hacia el otro y conduce a una relación destructiva (Willi, J. 1993, P. 162).
Modelos de colusión
En el siguiente apartado daremos a conocer los diferentes tipos de colusión descritas por Willi, J. (1993), en donde éstas están basadas en relación a las diversas problemáticas y características de los individuos que conforman a la pareja; son simplemente los puntos transversales del ciclo de vida del individuo en la relación con los progenitores.
Colusión oral
Se encuentra una persona desvalida con pretensiones regresivas y un
auxiliador que desearía realizarse progresivamente. La persona
desvalida anhela ser mimada, protegida y cuidada en el amor. El
auxiliador cocedera a la pareja todo el cariño cuidará, ayudará y
apoyará. Será compensado por la confirmación de ser importante para
la otra persona.
Anal sádica
Por regla general, es el hombre el que necesita para la realización
de su posición progresiva una pareja ante la cual pueda asumir el
control y las funciones directrices. Por su parte la mujer, en
posición regresiva, puede apoyarse en él, buscar protección,
seguirlo pasivamente y dejarse guiar.
Narcisista
En esta colusión el amor se define como fusión y armonía. La pareja
progresiva constituye el centro de la unión. Estará idealizada por
la pareja regresiva, que girará como un satélite, como narcisista
complementario alrededor de la pareja progresiva. La pareja
regresiva no plantea exigencias para sí, porque no se siente capaz
de desplazar su propia individualidad.
Proximidad-Distancia
Generalmente, los
hombres representan la distancia y las mujeres la proximidad. Los
hombres suelen ser esquizoides son introvertidos, tímidos, y les
cuesta verbalizar sus sentimientos. Estos atraen a mujeres con un
fuerte temperamento emocional. Las mujeres se sienten respetadas y
comprendidas por estos hombres pero también sienten que deben atar
a esos hombres tan tímidos como cervatillos y satisfacerlos con su
cariño.
Colusión fálico-edipal
En esta
colusión ambos miembros de la relación de pareja tienen una
relación conflictiva respecto al papel masculino. Igualmente tiene
restos de un complejo edípico no resuelto con el progenitor del
sexo contrario y el progenitor del mismo sexo no lo pueden tomar
como modelo para identificarse con él (Willi, J. 1993, P. 162).
Colusión fálico-edipal padres-hijos
La
superación del conflicto fálico edipal esta ligada íntimamente a la
conducta de los padres. A medida que avanza el desarrollo plantea
el niño su aspiración edipal: desplazar al progenitor del mismo
sexo para establecer relaciones amorosas con el de sexo contrario.
Esta pretensión puede originar un conflicto entre los padres lo
cual dificulta la superación de la conflictiva edipica. Así pueden
agradar a la madre los deseos sexuales del muchacho y apoya sus
avances para divertirse con ellos. Estas tendencias pueden verse
impulsadas cuando aquélla no se haya satisfecha en la propia
relación sexual con el marido. Por medio de su conducta seductora
estimula las expectaciones del muchacho para después rechazarle
bruscamente, agraviarle y desilusionarle. Ese comportamiento
dificultará al muchacho el que pueda renunciar a su madre como
objeto sexual.
El padre se haya ante el muchacho en una relación ambivalente. Los padres inferiores o fuertemente superiores son patógenos para los muchachos, es decir, los padres, por un lado, a los que el hijo pueda superar fácilmente, o por otro los padres que son tan superiores que el muchacho no puede identificarse con ellos y por ello se inclina a sometérseles homosexualmente. Pero no sólo rivaliza el padre con el hijo sino también el hijo con el padre. El padre puede sentirse amenazado y desplazado por el hijo, mientras que la madre puede avivar estos celos porque adora al hijo.
El complejo de Edipo, muchas veces no puede ser superado por los hijos. La hija permanece ligada al padre, el hijo no puede separarse de la madre. Él no puede delimitarse de la madre en un matrimonio propio e incluye a su madre en ese matrimonio y ésta frecuentemente está celosa de su nuera e intenta destronarla e intenta destruir el matrimonio de su hijo.
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