EN ARGENTINA MUCHOS SE PREGUNTAN ¿ QUIÉNES SON DELINCUENTES?
CUANDO LA REALIDAD SALTA A LA VISTA
Es verdad que un número significativo de personas condenadas,
procesadas y en distintas cárceles son inocentes,
es verdad que las cárceles están llenas de pobres, pero por esto,
no se está obligado a creer que los pobres no pueden ser
delincuentes.
Todo el tiempo millones de delincuentes parecen salidos de la novela de Dostoievski (Fiodor Mijailovich 1821-1881) Donde el argumento de Crimen y castigo gira en torno a Rodion Romanovich Raskolnikov, un estudiante empobrecido que idea un plan para matar y robar a una vieja usurera para solucionar sus problemas financieros y hacer un favor a la sociedad librándola de su maldad.
Hacer sofismas con temas tan delicados como el de la seguridad
de las personas, valerse de un rico lenguaje para alterar el curso
de una clara definición de delito y delincuente, es burlarse
profundamente de la sociedad que vive y padece las
consecuencias.
Michel Foucault analiza en profundidad el termino parrhesia que
viene a significar... el que lo dice todo, abiertamente, sin
tapujos, sin ocultamientos. En la parrhesia no se usa ningún
artificio retórico.
En el periodismo policial no podemos caer en errores por culpa de
la retórica.
CUANDO SE INFORMA SOBRE HECHOS POLICIALES NO CABE
EQUIVOCARSE
El periodista no puede ser cómplice en la estigmatización de
personas inocentes
Recientes acontecimientos policiales tratados, y a veces maltratado
por algunos profesionales, dan cuenta que la sistemática
periodística no estuvo a la altura de los acontecimientos. Por
ejemplo el caso de María Marta García Belsunce, el de Nora
Dalmasso en Córdoba y muchos otros. No faltaron periodista de
medios importantes excusarse por el tratamiento de sus notas,
diciendo que todo lo que ellos habían informado fue producto de lo
obtenido de la fuente, en este caso judicial. Sin embargo, lo que
se pudo ver en muchos casos, fue una verdadera intromisión en la
vida privada de la víctima y la familia.
Como la vida sexual de algunas personas vende, entonces hay que ir a los límites más íntimos de la víctima y en lo posible dar un trasfondo porno como cierre de nota.
Aunque la justicia y los que están en su órbita no actúen como corresponde, con las reservas legales y necesarias para la investigación criminal, esto no indica que los periodistas nos prestemos al juego cómplice del impulso ejercido por vengadores sociales, que no son precisamente los que buscan justicia. Hasta se puede intuir que son los que quieren que los hechos criminales queden impunes.
A la policía se la ha acusado siempre de perseguir a los perejiles de hacer uso y abuso de autoridad, apoyada en la cultura medieval inquisitiva que determina arbitrariamente el estereotipo del que suponen puede ser un delincuente (portación de cara)
H. Beckert desarrolla toda una teoría del etiquetamiento de la
que podemos o no estar de acuerdo. En muchos casos coincide con la
versión popular argentina de que si su cara está dentro de los
estándares del prejuicio estereotipado institucional, la policía
tiende a pedirle documentos y a cachearlo. El Dr. Eugenio Zaffaroni
cita en su libro en Busca de las Penas Perdidas al Martín Fierro;
"La ley se hace para todos/mas sólo al pobre le
rige".
Parece cierto que la institución policial alberga desde su
creación a buenos, regulares y malos funcionarios, que a veces han
sido o son cómplices de periodistas, políticos, funcionarios
judiciales, empresarios, criminales, etc.
La compleja acción policial no favorece la transparencia que exige una sociedad ( a veces confundida ) , pero en todo caso necesitada de justicia y de un número (estadístico) tolerable de delito... ni uno más.
Debe recordar el periodista, que el policía se vale para resolver los casos de: testigos, arrepentidos, informantes (buchones en la jerga social) infiltrados, denunciantes, etc. Para cada caso y dependiendo de algunos de estos "colaboradores", el proceso de llegar a la prueba que exige la ley no es nada fácil. La prensa puede tener una visión distinta de cómo se debe realizar el procedimiento, en la mayoría de los casos, no se tiene en cuenta ni los conocimientos del grado de complejidad que tienen que atender los organismos de seguridad para estar dentro de lo que se denomina el debido proceso y las garantías constitucionales.
En esta época donde la información se tiene en tiempo real, se
puede pensar que las correcciones que debe hacer cualquier
institución pueden ser ejecutadas en forma inmediata, sin
esperar a que se afecte la credibilidad institucional.
Lamentablemente no es así.
La policía y toda fuerza de seguridad, tiene que entender y cumplir
sus funciones dentro del sistema democrático. Teniendo como dogma
esta premisa, todos nos equivocaríamos menos.
En este tema profundizó la reconocida profesora de Venezuela,
Dra Lola Aniyar de Castro (3) en su ponencia en el Primer
Congreso de Criminología, Facultad de Derecho, UBA.
Este prejuicio que se halla instalado según muchos penalistas en el Código Penal argentino, se corresponde al prejuicio que tiene nuestra educación ciudadana hacia el respeto por el otro.
Los periodistas debemos dar cuenta de los errores cuando incurrimos en ellos. Cuando se afecta a personas que tienen derecho a que se les reconozca la igualdad ante la ley.
No faltan criminólogos que sostienen que, el delito subvenciona con la parte del león la "economía informal". Que es un negocio para muchos y que sin saberlo, la sociedad acompaña subiendo los umbrales de tolerancia a los mismos. Muchos agentes sociales son cómplices silenciosos. Y muchos más de los que pensamos e imaginamos, viven del delito.
Otros hablan de la industria del delito.
De cualquier teoría puede surgir un buen titular con debate incluido, lo que no se debe hacer es instalar miedo o pánico como gancho de nota, impulsar sin querer la venganza social en lugar de enseñar el camino de la justicia. Que esto no suene a retórica por que, estaríamos perdidos.
LA INVESTIGACIÓN DE LOS DELITOS DE CUELLO BLANCO
Termino definido por el criminólogo E. Sutherland, no solo es
difícil de detectar periodísticamente, sino, que investigarlo
demanda mucha perspicacia, buenos contactos, recursos financieros,
extremada prolijidad en el levantamiento de pruebas y chequear a
fondo la veracidad de las fuentes. Para los periodistas que se
empeñan en llegar a resultados positivos en la investigación, es
recomendable ser prolijo y adecuarse a la altura de la
investigación, principalmente garantizarse la seguridad.
No son pocos los medios que retacean recursos para estas investigaciones y son muchos lo que se ven forzados a abandonar la investigación.
Las bandas organizadas y corporaciones mafiosas poseen técnicas
de neutralización muy efectivas.
No hay que olvidarse que las corporaciones mafiosas y el crimen
organizado tienen muchas empresas que ingresaron al circuito legal,
de este modo regresan al sistema de la economía formal con buenas
publicidades o con aportes a campañas políticas de los ganadores y
a veces también financian a los perdedores, no faltan las que dan
fuertes sumas a ONG´s, algunas con desempeño
filantrópico.
Para la búsqueda de notas sobre el crimen organizado, los
periodistas con experiencia siempre se ponen detrás de los fiscales
y del Estado, dado que esta es la única manera de avanzar. El
Estado es el que puede disponer de los recursos económicos e
institucionales que requiere tan magna y siempre arriesgada
empresa.
Cuando las investigaciones grandes se interrumpen el periodista
regresa a las notas cotidianas.
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