EL SECTOR AGRARIO
Uno de los principales cambios estructurales de las economías cuando crecen es la pérdida de peso del sector agrario (en el momento en que aumenta la renta se produce este cambio estructural). A pesar de esto, el sector agrario es importante para el propio crecimiento (sobre todo en las primeras etapas de la industrialización) ya que financia al resto de los sectores mediante su acumulación de ahorro, suministra mano de obra barata a la industria y a los servicios, asegura la oferta de alimentos y es un sector demandante de productos industriales y de servicios.
Hasta mediados del siglo XX, la economía española era
básicamente agrícola, donde la mayor parte de su producción y de
sus empleados pertenecían a dicho sector.
Problemas que caracterizaban a la agricultura española: baja
productividad debida a las malas condiciones geográficas y
climáticas y a la escasa innovación tecnológica, baja renta de los
agricultores que impedía formar un mercado capaz de aumentar la
demanda de los sectores industrial y de servicios, problemas en la
propiedad de la tierra con reclamaciones de expropiaciones y
desamortizaciones. Sin embargo, en los años 1940 y 1950 estos
problemas desaparecieron debido a un cambio profundo en la
estructura agraria española. Este cambio se debió al proceso de
desarrollo e industrialización de la economía española que tuvo
lugar en esos años. Es un proceso que tienen todos los países que
se desarrollan y que supone el paso de una agricultura tradicional
a una agricultura moderna.
En comparación con Europa, el paso de la agricultura tradicional a la moderna se produjo más tarde pero de forma más rápida. No obstante, el peso de la agricultura en España es mayor que en Europa, habiendo aprovechado sus ventajas competitivas comerciales a partir de la entrada en la Unión Europea en 1986, exportando cada vez más productos agrícolas a Europa. La adhesión a la Unión Europea ha sido beneficiosa, en términos generales, para la agricultura española.
- Características actuales de la agricultura española
según tres elementos:
1) Producción y renta.
La producción final agraria ha crecido mucho en las últimas décadas
pero el consumo intermedio creció aun más, por lo que el
crecimiento del valor añadido agrario ha sido menos intenso.
Por otro lado, la renta agraria (que sirve para retribuir a los
diferentes factores que intervienen en el proceso productivo) ha
disminuido mucho en ese periodo, debido a los siguientes
factores:
- Aumenta la dependencia en consumos intermedios (o inputs) de
otros sectores y, a su vez, estos inputs son cada vez más caros que
los productos que venden los agricultores.
- Se capitalizan los agricultores, lo que hace aumentar las
amortizaciones en mayor medida que la producción final
agraria.
- El índice de Precios al Consumo (IPC) ha aumentado más que el
precio de venta de la producción final agraria.
También hay otros dos que lo han aumentado renta real agraria,
aunque no han podido contrarrestar el efecto de los
anteriores:
- Las subvenciones que reciben los agricultores españoles desde la
entrada en la Unión Europea.
- La disminución de la ocupación agraria, que ha hecho que la renta
real por empleado (su salario real) haya aumentado, aunque el
salario de los agricultores es inferior al de los trabajadores del
resto de los sectores económicos.
2) Especialización productiva y comercial.
El aumento de la demanda de productos agrícolas derivado del
aumento de la renta per cápita de los españoles hizo que la oferta
agrícola española se adaptara perfectamente a esa demanda,
especializándose en la producción de carne, leche, frutas y
hortalizas. Esta especialización, sin embargo, tuvo como efecto
negativo la excesiva dependencia de las importaciones de soja y
maíz (necesarios para fabricar piensos y alimentar a la ganadería),
aunque a la vez aumentó la producción de otros cereales destinados
a lo mismo, como la cebada.
La incorporación de España a la Unión Europea supuso un nuevo proceso de especialización, esta vez influido por la política agrícola común y las limitaciones que imponía a determinadas producciones como la leche y los cereales. Por el contrarío, siguió aumentando la especialización en la producción de carne; frutas y hortalizas. Esta especialización está muy relacionada con el comercio exterior. El saldo comercial (exportaciones menos importaciones) de la agricultura española pasó más tarde a ser deficitario, aunque en las dos últimas décadas ha alcanzado una situación de equilibrio. Esta evolución refleja una creciente competitividad del sector agrario español, sobre todo desde la entrada en la Unión Europea.
3) La eficiencia productiva.
La eficiencia productiva consiste en determinar en qué medida la
agricultura española es capaz de ofrecer productos a un menor coste
y con mayor calidad. Esta eficiencia se puede medir a través de la
productividad aparente del trabajo. La productividad aparente del
trabajo es la cantidad de producción que es capaz de originar cada
trabajador agrario.
Existen dos formas de incrementar la productividad del trabajo
mediante el uso de tecnologías:
- Incrementando la productividad de la tierra a través de las
tecnologías químico-biológicas (abonos, semillas...).
- Mejorando el rendimiento que obtiene el trabajador de la tierra
mediante la utilización de tecnologías mecánicas (o sea,
capitalizando la agricultura).
En España la productividad del trabajo ha aumentado mucho en las
últimas décadas, y este aumento se ha basado en las tecnologías
químico-biológicas y en las tecnologías mecánicas, a pesar de que
muchas explotaciones españolas tienen una superficie muy pequeña
(las tecnologías mecánicas son más difíciles de aplicar en
superficies pequeñas). Esto es debido a:
- El descenso del empleo agrícola: al emigrar la mano de obra
agrícola a la industria, ésta disminuye y, por tanto, aumenta su
precio respecto al de la maquinaria, por lo que la utilización de
maquinaria se vuelve muy rentable.
- El alquiler de la maquinaria: si se tiene una superficie pequeña
no es rentable comprar una máquina, pero sí se pueden alquilar las
máquinas, establecer cooperativas entre varias explotaciones que
compran una máquina y reparten su uso entre ellas, o utilizar
productos mecánicos adaptados a pequeñas superficies.
En comparación con la Unión Europea, la productividad del trabajo española es muy pequeña, sobre todo porque la productividad de la tierra es muy inferior a la europea, debido a la menor utilización de las tecnologías químico-biológicas. No obstante, este hecho tiene un elemento positivo, la menor agresividad con el medio natural de las explotaciones agrícolas y ganaderas.
- La Política Agraria Común (PAC) nació al mismo tiempo
que la Comunidad Económica Europea. Sus principales objetivos son
aumentar la productividad, garantizar el nivel de vida de los
agricultores, estabilizar los mercados y asegurar el
aprovisionamiento de la población. Y en 1992 se aprobó una reforma
de la PAC, con los siguientes objetivos:
- Aumentar los precios de garantía para acercarlos a los precios
mundiales, con lo que se mejora la competitividad de las
producciones europeas y se reducen los roces con los países pobres
del resto del mundo.
- Sustituir las ayudas basadas en la producción por ayudas basadas
en las hectáreas o en las cabezas de ganado.
- Desincentivar la utilización de tecnologías químico-biológicas
para mejorar el medio ambiente y disminuir la producción.
- Mantener un número de agricultores suficiente en el campo, con el
objetivo de proteger el medio ambiente y el entorno rural. Para
ello se da renta a los agricultores, pero no basada en el nivel de
producción, sino favoreciendo otros tipos de actividades no
productivas como el turismo rural, la artesanía o la transformación
alimenticia.
EL SECTOR INDUSTRIAL
El sector industrial es el sector básico para el desarrollo económico de los países, debido a que es el sector donde más crece la productividad del trabajo al poder incorporar más fácilmente las nuevas tecnologías, además de ser el más expuesto a la competencia internacional. No obstante, en las sociedades más maduras y desarrolladas, el papel del sector industrial pierde peso al pasar a depender cada vez más de los otros sectores. Esta es la situación en la que ha desembocado la economía española durante las dos últimas décadas.
Las principales características de las industrias avanzadas, en
contraposición con las industrias tradicionales, son:
1) Son menos intensivas en trabajo y más intensivas en capital,
tecnología y capital humano, ya que requieren que sus trabajadores
sean muy cualificados para utilizar esta tecnología. Esto hace que
sus trabajadores tengan una mayor productividad y que obtengan
mayor valor añadido por sus productos.
2) La dimensión de sus establecimientos es mayor.
3) Producen productos no estandarizados, es decir, que admiten una
mayor diferenciación en tipo, calidad o característica de los
productos.
4) Trabajan en mercados muy competitivos y globalizados, es decir,
están más expuestas a la competencia internacional.
5) Suelen estar más penetradas por el capital extranjero.
6) Se enfrentan a un mercado más dinámico, porque sus
características anteriores les hacen ser sectores muy
atractivos.
En la industria española todavía tienen demasiado peso las
industrias tradicionales. España se ha especializado en las
industrias tradicionales porque tiene una serie de características
que favorecen a esas industrias:
- Son empresas de pequeña dimensión.
- Utilizan más mano de obra y más recursos naturales, que en España
son más abundantes y, por tanto, más baratos.
- El mayor atraso económico respecto a Europa hace que el capital
físico, humano y tecnológico sean menos abundantes (más caros) que
en Europa.
- Utilizan tecnologías estandarizadas.
- Las industrias avanzadas están más controladas por el capital
extranjero.
Están surgiendo países que comienzan a competir con nuestra industria tradicional aprovechando sus menores salarios u otras características (ej: el Este de Europa, el Norte de África o Asia), lo que puede suponer un problema en el futuro para las industrias tradicionales en España.
- Evolución del sector:
1960-75 - La industria fue el sector clave del desarrollo
económico español, ya que tiraba del resto de los sectores. Pero
había un excesivo proteccionismo frente a la competencia exterior e
interior y el crecimiento industrial se basó excesivamente en la
demanda interior.
1975-85 - Su característica principal fue la crisis económica e industrial, donde se cerraron muchas industrias. Como la industria dependía en exceso de la demanda interna, los años de mayor depresión (1980-84) coincidieron con la fase más aguda de la crisis industrial.
1985-2003 - El sector industrial dejó de ser el factor clave de la economía española, siendo sustituido por el sector servicios. Las tasas de crecimiento del sector industrial en estos años ya no son tan altas, pero su avance se produce en un marco mucho más competitivo, sobre todo tras la entrada en la Unión Europea. Aumentaron mucho las exportaciones industriales y las importaciones de maquinaria e inputs intermedios.
Desde 1960 hasta la actualidad, la industria española se ha mostrado muy competitiva respecto a la europea. Siempre ha crecido más que la media europea, aunque la crisis industrial del período 1975-85 fue más grave en España. La industria española muestra una gran capacidad competitiva con respecto a la europea, que se refleja en el aumento incesante de las exportaciones españolas respecto a las europeas.
- Eficiencia productiva
Para medir la eficiencia con que las empresas españolas fabrican
sus productos, utilizaremos la productividad del trabajo. Esta
productividad aumentará más cuanto más competitivos sean los
mercados, y provocará una reducción de los costes de producción y
de los precios de los productos, a la vez que permite aumentar la
retribución de los trabajadores y, por tanto, la renta de los
consumidores del país.
El crecimiento industrial en España se ha basado casi por completo
en el aumento de la productividad del trabajo, ya que el número de
trabajadores en la actualidad es casi el mismo que en 1960 y la
producción ha aumentado mucho (por lo que la productividad del
trabajo, que es el aumento de la producción entre el número de
trabajadores, también ha aumentado).
Este aumento de productividad se ha basado en:
- La capitalización de las instalaciones.
- El aumento de la tecnología.
- El aumento de la calificación de los trabajadores (capital
humano).
- La especialización industrial desde las industrias tradicionales
a las avanzadas.
- La mejora en la calidad y el precio de los productos.
- La política industrial
La evolución, desde 1940 hasta la actualidad, es de una política
industrial cada vez menos intervencionista.
En la autarquía (1938-63) se aplicó una política de gran
intervención y regulación industrial.
La política industrial de 1960, tras el Plan de Estabilización de
1959, fue más liberal. Aun así, el Estado siguió practicando una
política de fomento directo de las industrias privadas.
En 1975 comenzó la crisis industrial. La aparición de déficit
público junto a la inestabilidad política del periodo hizo que la
intervención del Estado en el sector industrial se redujera
mucho.
En 1980 el gobierno inició la política de reconversión industrial
que consistía en la reestructuración técnica de las grandes
empresas de algunos sectores, aunque en la práctica el único
resultado conseguido fue el de reducir el número de trabajadores en
estos sectores en crisis. Tras la entrada en la Unión Europea, la
política industrial española se ha vuelto aun menos intensa.
Algunos de los elementos más negativos de la política industrial
en estos últimos años han sido:
- Falta de apoyo a las pequeñas y medianas empresas (PYMES).
- La política tecnológica: la carencia de tecnología en la economía
española y en la industria.
- Escaso fomento de la competencia en el sector servicios, cuya
escasa eficiencia influye mucho (negativamente) en la eficiencia de
las industrias.
EL SECTOR SERVICIOS
El sector servicios es, en la actualidad, el más importante de
las economías avanzadas, con mayores cifras de empleo y producción
que los otros dos sectores.
- Clasificación de los servicios:
- De mercado y no comercializados: las Administraciones Públicas
son un sector muy importante en la economía, y proporcionan
servicios que no se pagan (defensa) o cuyo precio no está
relacionado con sus costes de producción (educación), son servicios
no comercializados. Los servicios de mercado son aquellos que se
compran y se venden en los mercados.
- De consumo final y de consumo intermedio: los servicios
intermedios son aquellos que las empresas externalizan
(contabilidad, contratación de trabajadores, limpieza...). Las
empresas pueden externalizar estos servicios o internalizarlos; en
este último caso, estos servicios no computarían como servicios,
sino dentro del sector al que pertenezca la empresa.
- Estancados y servicios progresivos: los servicios estancados
necesitan mucha mano de obra porque les es difícil incorporar
tecnología (ej: correos). Por el contrario, los servicios
progresivos pueden introducir nuevas tecnología más fácilmente (ej:
telecomunicaciones y transportes).
Es muy difícil medir y comparar la calidad de los diferentes servicios, ya que muchas veces depende de las valoraciones subjetivas de los consumidores. Por ello muchas veces no se puede saber si el aumento de los precios es debido al aumento de la calidad o a otros factores.
- Evolución general de los servicios en España:
El sector servicios tiene más dificultades que el resto para
introducir capital y tecnología en su producción. Por tanto, sus
trabajadores tienen una productividad mucho menor. Pero sus
salarios no pueden disminuir a la misma velocidad que disminuye su
productividad relativa, ya que los salarios tienden a
homogeneizarse entre toda la población. Si la gente sigue
demandando ese servicios, para aumentar su producción la empresa
debe aumentar el empleo (ya que tiene dificultad en introducir
máquinas), y los salarios por encima de la productividad para
atraer a trabajadores a los servicios. Ante esta situación, a la
empresa sólo le quedan dos opciones: trasladar esa reducción de
productividad a los precios (aumentándolos) o disminuir la calidad
del producto. Un ejemplo es el servicio de correos, que depende de
la mano de obra al ser difícil introducir maquinaria, y cuyo precio
ha aumentado a la vez que ha disminuido su calidad.
La evolución anterior tiene límites, es decir, llegará un
momento en que los precios no podrán subir más (o la calidad
disminuir), en función de dos elementos:
1) En un momento determinado pueden surgir nuevas tecnologías
aplicables a los servicios que permitan mejorar su productividad.
Se han introducido nuevas tecnologías que permiten clasificar las
cartas más rápidamente, aunque la distribución de las cartas en los
buzones sigue dependiendo de trabajadores a pie.
2) El progreso técnico no se produce en el propio sector servicios,
sino en otros sectores sustitutivos. Así, si correos pierde
calidad, el progreso técnico hace aparecer otras formas de
comunicación (teléfono, correo electrónico...) que sustituyen
al correo tradicional. Otro ejemplo es el de la música, que depende
de la mano de obra cuando es en directo, pero que se abarata cuando
lo que se consume es un disco. En definitiva, la expansión del
precio de los servicios tiene un límite, ya que si suben los
precios los consumidores preferirán demandar otros productos
alternativos más baratos o de mejor calidad.
- Especialización productiva y comercial:
La economía española se ha especializado en cuatro grupos de
servicios (servicios comercializados):
a) La distribución comercial: es uno de los sectores que tiene más
volumen de producción, pero presenta problemas de aumento de precio
y disminución de productividad, que indican la necesidad de
introducir mejoras tecnológicas y organizativas que abaraten el
servicio. Un obstáculo a esta introducción es el marco
institucional que regula en exceso el sector, junto al escaso
tamaño de sus empresas.
b) Hostelería: también ha tenido una notable expansión, relacionada
con la importancia del turismo. Es una actividad muy intensa en
empleo y también, como en la distribución comercial, tiene
problemas de baja productividad del trabajo debido al pequeño
tamaño de las empresas.
c) Transporte y comunicaciones: este sector ha incorporado
bastantes avances tecnológicos, por lo que ha mejorado su
productividad y ha permitido abaratar su producción. En Europa,
este sector posee una gran importancia estratégica para articular
los mercados europeos.
d) Otros servicios: en ellos se incluyen la sanidad y la educación
privadas, los servicios inmobiliarios, los servicios bancarios, y
los servicios a empresas. En España, comparado con Europa, estos
servicios tienen todavía una escasa madurez que será necesario
mejorar (a excepción de los servicios informáticos).
- Eficiencia productiva:
Al igual que en los otros sectores, la eficiencia de los servicios
se mide a través de la productividad del trabajo. De forma general,
la productividad del sector servicios en España es muy pobre,
debido a que el aumento de la producción se ha basado en un
incremento de la mano de obra.
Esta baja productividad provoca un aumento de los precios. Esto es
un problema, porque aumenta la inflación y porque unos servicios
poco eficientes afectan negativamente al desarrollo del resto de
sectores económicos. Pero esta inflación de los servicios no se
debe sólo a su baja productividad, sino también por la escasa
competencia interna y externa de numerosos servicios en España.
Así, tras la entrada en la Unión Europea (1986), el sector
industrial se vio sometido a un incremento de la competencia que no
tuvo el sector servicios, por lo que la diferencia de precios entre
ambos sectores se incrementó. A la vez que aumentaban los precios,
las empresas de servicios en España aumentaban en mayor medida sus
beneficios, mostrando que tenían un gran poder de mercado. Ante
esta situación, es difícil que estas empresas tengan incentivos
para superar sus ineficiencias productivas. Sólo en los últimos
años se han establecido medidas liberalizadoras que intentan
corregir este problema, aunque salvo en las telecomunicaciones,
apenas se han notado mejoras.
- Política sectorial:
El sector servicios ha estado históricamente muy regulado en
España. Desde 1920, con la dictadura de Primo de Rivera, se han
establecido numerosas limitaciones a la entrada de nuevas empresas,
concesiones administrativas y normas reguladoras poco
transparentes, que han afectado al comportamiento empresarial y que
suponen un elevado coste para el conjunto de la sociedad (precios
elevados, baja calidad, escasa variedad, retraso en la
modernización tecnológica). Estas regulaciones se justificaban por
la existencia de supuestos "fallos del mercado" (monopolios
naturales, rendimientos decrecientes, externalidades e información
imperfecta), pero en muchas ocasiones se imponían para favorecer a
determinados empresarios y grupos de interés. El régimen de Franco
incrementó la intensidad de todas estas regulaciones.
En los años 1960-70 empezaron a surgir estudios teóricos que denunciaban estas situaciones de reducción de la competencia mediante las regulaciones públicas. Y en 1980 estas ideas a favor de la desregulación del sector servicios comenzaron a aplicarse en la práctica política, empezando en los Estados Unidos y el Reino Unido. Estas prácticas pronto se extendieron al resto de países desarrollados, donde hoy están plenamente aceptadas.
La desregulación económica consiste en disminuir las regulaciones existentes y en crear nuevas regulaciones que aseguren la competencia en el mercado, ya que las empresas que previamente tenían privilegios, y que parten de una mejor posición que las nuevas entrantes, se van a resistir a perder esos privilegios e intentarán realizar acciones anticompetitivas.
En el sector industrial, la política de liberalización se
consiguió eliminando los aranceles, ya que la competencia
internacional bastó para disciplinar los mercados nacionales. Esto
es lo que ocurrió en España tras la entrada en la Unión Europea
(1986). Pero en el sector servicios la solución no es tan fácil, ya
que son más difíciles de comercializar.
Algunas medidas que mejoran la competencia en los servicios son:
favorecer la movilidad de los productores y consumidores,
introducir la libertad de establecimiento de empresas extranjeras,
o los avances en las nuevas tecnologías que favorezcan la movilidad
y la competencia (ej: el uso de Internet en los servicios
bancarios).
En España, al igual que en el resto de Europa, la desregulación de los servicios comienza en 1990, aunque con mayor intensidad en la segunda mitad de la década. El proceso empezó con la privatización de las empresas públicas, y se ha desarrollado de forma muy gradual y desigual en los diferentes sectores.
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