La cocina puede ser un arma de seducción, una forma de
acercamiento, un pretexto para el diálogo, la intimidad o el
coqueteo. Cuando se cocina para el ser amado, se cuidan todos los
detalles: se cocina pensando en gustos y preferencias del
acompañante.
La liturgia gastronómica propicia la insinuación y el entendimiento
mutuo. Cocina él, cocina ella, quizá los dos al mismo tiempo.
Compartir el espacio culinario presupone un acto de complicidad, de
compenetración sobreentendida. Más que un recetario concreto, la
cocina para dos requiere sentido de la armonía, un cierto
instinto.
El ambiente es muy importante. El menú se resuelve de antemano, no
se improvisa... se piensa en el amor, no en la gula. Aunque un
ágape para dos debe ofrecer variedad y hasta cierta frivolidad
estudiada. Se cocina con la misma complacencia con que luego se
degustarán los platos en la mesa. No basta con preparar cualquier
cosa; hay que pensar en menús ligeros y divertidos. Evite los
excesos de condimento, los ajos, los sabores picantes o las comidas
grasientas. Estos son elementos nada seductores al igual que los
platos servidos en cantidad, las copas de plástico o la falta de un
mantel discreto.
Un menú íntimo puede ser incluso informal. Si se trata de
improvisar, preste importancia a los aperitivos y a los postres.
Inicie el despliegue con dos o tres tipos de bocaditos, fáciles de
preparar y sobre todo ligeros, el pan tostado untado con apenas un
toque de queso crema y láminas de trucha ahumada espolvoreadas con
dill eneldo y un chorrete de aceite de oliva, el mousse de cangrejo
sobre frescos cortes de tomate o pepino, o el de pollo con pecanas
y huevitos de codorniz, son ideales en esta ocasión. O si usted es
de la onda sibarita, no descarte una fuente de ostras de
Casma.
Para la elaboración del plato base, no es preciso recurrir a
grandes asados o cortes de carne. La pasta fresca, suave y
delicada, los pescados, los champiñones y también los pasteles
abren caminos al amor y la pasión. Elija recetas simples, de ser
posible de horno o cazuela. Evite usar la plancha o la fritura, ya
que todo lo impregnan con olores y humos penetrantes. La ceremonia
de la cocina, si se comparte a medias, debe ser breve y relajante:
sólo una transición hacia la mesa.
Los platos de pescado al horno, estimulantes y fáciles de asimilar,
son los más recomendables para una cena de pareja. La calidad del
producto debe ser extraordinaria y debe ser servido en su punto
exacto de cocimiento. Los pescados hay que servirlos muy
jugosos.
Las pastas al dente y llenas de color, imaginación y elegancia. Sea
cual fuere la fórmula que escoja, son fundamentales las hierbas
aromáticas. Tras sus sutiles fragancias esconden todo un mensaje
sensual y provocador.
No olvide nunca el postre, un copa de helado o una simple fruta no
tienen pierde. Y para beber, definitivamente vino. Elíjanlo en
pareja. No compre vinos de dudosa procedencia. Los más
recomendables son los champagnes absolutamente secos, estos aportan
al beso un dulce sabor.
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